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El Yin y el Yang son dos principios inherentes a la naturaleza entera. Participan en la manifestación de todo lo que está creado, tangible, de todo lo que existe en este mundo. El Yin es el principio del reposo; el Yang, el principio de la actividad. Entre ellos mantienen relaciones de oposición, de complementariedad y del alternancia. Para entender mejor su esencia, debemos reconocer el símbolo que los representa: el Hotou.

Este símbolo tiene en su centro un pequeño círculo blanco, es decir, vacío de donde salen dos espirales: una blanca, el Yang luminoso, y una negra, el Yin oscuro.

Para los filósofos chinos de la Antigüedad, la vida tiene su origen en el vacío absoluto: Wu Ji. Este vacío es la base de todas las cosas porque se halla lleno de todas las posibilidades, de todo lo que no está manifestado aún, pero que ya se encuentra presente en el estado potencial.

En el vacío absoluto de este Hotou existe, o más exactamente coexiste, un principo inherente a este vacío: el Tai Ji. Es el símbolo guía de la civilización china.

Este principio establece una relación dinámica entre el Yin y el Yang, que se transforma en dos polaridades inversas, la negativa y la positiva. Por lo tanto, gracias a este Tai Ji, el Yin y el Yang se convierten en principios a la vez opuestos, complementarios y alternos. Para los chinos, el Tai Ji es <el principio supremo>, sin el cual lo que está contenido en el vacío jamás podría materializarse.

LOS CONTRARIOS SE REENCUENTRAN

Esta visión de la creación de la vida se observa tanto en lo infinitamente pequeño como en lo infinitamente grande: el comportamiento de las partículas que se agitan en el interior del átomo; la creación de los universos y de las galaxias, y hasta el fenómeno de la luz.

El pensamiento chino también simbolizó el Yin y el Yang bajo la forma de trazos. El Yin está representado por un trazo discontinuo, y el Yang, por un trazo continuo.

Por lo tanto, este principio es la expresión de una dinámica propia de la vida y de la existencia de los fenómenos tangibles.

Pero al mismo tiempo, todo ocurre como si se tratase también de una matriz, de un esquema, de un plan o de un arquetipo para estructurar el universo. Así, la primera pareja simbólica del Yin/Yang es el conjunto constituido por la Tierra y el Cielo. La Tierra es firme, densa, pesada, opaca, oscura. El Cielo no tiene sustancia, es sutil, ligero, translúcido, luminoso. Otra pareja mítica está formada por el Agua y el Fuego, el primero siendo material y frío, el segundo siendo inmaterial y caliente. En los seres vivos, animales y humanos, es la pareja Macho y Hembra que encarna la dinámica del Yin y del Yang. Podemos clasificar según esta doble polaridad todo lo que pertenece a nuestro mundo materializado.

Como todo lo que nos rodea, los cinco elementos simbólicos del pensamiento chino también se clasifican según la teoría del Yin y el Yang.

El Fuego es Yang; el Agua, Yin.

La Tierra se sitúa en el centro, es neutra.

La Madera se sitúa al este, donde nace el Sol. Por lo tanto es un elemento Yang, pero menos intenso que el Fuego. Este último es el gran Yang, mientras que la Madera sólo es el pequeño Yang.

El Metal es un elemento Yin que se sitúa al oeste, por donde la noche hace su aparación. Pero únicamente es el pequño Yin, mientras que el Agua es el gran Yin.

Por lo tanto estamos ante una progresión que empieza con el Gran Yin para llegar al Gran Yang, pasando por el pequeño Yin y el pequeño Yang.

YIN Y YANG EN EQUILIBRIO PARA LA SALUD

Cada uno de nuestros órganos está energéticamente polarizado de una manera que le es propia. Pero los chinos están más dotados para la sutileza de las interacciones finas y complejas que para la facilidad simplificadora. Por lo tanto concibieron cada uno de nuestros órganos en el interior mismo de su polaridad dominante, con una tendencia Yin y una tendencia Yang. Sea cual se el órgano, cuando su tendencia Yin crece en detrimento de su tendencia Yang, esto ocasiona una disminución del metabolismo fisiológico. A la inversa, su su tendencia Yang aumenta en detrimento de su tendencia Yin, esto acarrea una aceleración del metabolismo fisiológico.

Los dos principios opuestos y complementarios del Yin y del Yang deben permanecer en perfecto equilibrio. Este equilibrio mantiene la vida y asegura la salud.

¡Desgraciadamente, sabemos que el equilibrio es, por esencia, una posición inestable! No existe equilibrio perfecto y constante. Por lo tanto el equilibrio se mantiene en un perpetuo reajuste.

En este contexto, no hay predominio absoluto del Yin sobre el Yang, ni del Yang sobre el Yin: domina puntualmente el que dispone del mayor aporte energético.

Por lo demás, la energía no es una entidad única, uniforme, unívoca. Ella misma contiene en su seno seis ramas, seis manifestaciones que los chinos llaman seis energías. Cada una con un aspecto Yin y un aspecto Yang forma así doce ramas, que dieron nacimiento a los doce meridianos principales de la acupuntura, que el médico estimula o templa actuando sobre puntos situados a lo largo de sus recorridos.

LOS OCHO VIENTOS, TODA LA ENERGÍA EN ALGUNOS TRAZOS

Queda un elemento indispensable si queremos penetrar el pensamiento chino: los ocho vientos.

Si la energía primordial se manifiesta en dos corrientes opuestas y complementarias (el Yin y el Yang), éstos se descomponen a su vez en cuatro direcciones: una va del Pequeño Yin al Pequeño Yang y otra circula del Gran Yin al Gran Yang; una tercera va desde el este hacia el oeste; la última desde el norte hacia el sur. Cada dirección se divide a su vez en dos para dar nacimiento a los ocho vientos, también llamados Ba Gua.

En nuestro cuerpo, estos ocho vientos dan nacimiento a ocho meridianos de energía.

Estos meridianos secundarios, diferentes a los doce meridianos principales, también son portadores de puntos que el acupuntor puede estimular con la ayuda de agujas o calentar con la ayuda de las moxas, para dispersar la energía si el paciente se encuentra en situación de exceso o estimularla si está en estado de vacío.

¿PARA QUÉ SIRVE TODO ESTO?

Más pragmático que cualquier otro pueblo, lo que importaba a los ojos de los chinos era utilizar estas herramientas para vivir mejor. Y especialmente, para permitirnos saber lo que necesitamos para volver a equilibrarnos día a día.

Para esto, primero debemos descubrir el estado de nuestros desequilibrios: ¿Yin o Yang, exceso o vacío?

De aquí proceden las técnicas de acupuntura para tonificar o dispersar la energía, la elección de los alimentos Yin o Yang que desempeñan el mismo papel, de plantas estimulantes o relajantes, ejercicios de Qi Gong y de respiración adaptados a las mismas necesidades…

Tantas herramientas, basadas en la teoría de los cinco elementos y en el equilibrio energético, que permiten cultivar la salud y la serenidad.

Para esto, hemos de aprender a hacernos algunas preguntas: ¿Qué hace que tenga un exceso de Yang o de Yin? ¿Cuál es el órgano principal que está desajustado (pulmón, corazón, hígado, riñón…)?

Debemos observar nuestra manera de ser en el mundo, hasta el menor de nuestros comportamientos, la menor emoción, nuestros síntomas, nuestros gustos…

Tenemos que ser conscientes de nuestras reacciones a las estaciones, a los climas, a los colores, de nuestras atracciones y repulsiones por ciertos alimentos o ciertos sabores.

Poco a poco, todo esto permite percibir dónde se encuentra la clave de nuestros desequilibrios.

pochilam
Extractos del libro: Guía Práctica de Medicina China, Yves Réquéna Marie Borrel

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